Nunca es tarde para perseguir un sueño. Eso debió pensar Antonio Pellón cuando tras veinte años en una operadora de telefonía decidió abandonar un puesto fijo para lanzarse a montar una empresa que había concebido durante el trabajo de Fin del Grado de ADE que acababa de estudiar en la UNIR.
“Me planteé crear un negocio que no tuviera nada que ver con las telecomunicaciones: vi un producto, una necesidad y un canal. Yo quería vender productos ecológicos a consumidores…
El milagro de vender a toda Europa desde un pueblo de 400 habitantes