Gracias a un proyecto de resiliencia del Programa Mundial de Alimentos (PMA), el joven empezó el negocio de cría y venta de aves y huevos en una la zona de Moratazán, azotada por la pobreza, la desnutrición, la crisis climática y el desempleo.
La creciente demanda de productos lo animó a pedir un préstamo para comprar una incubadora y aumentar su producción. Luego vino la pandemia y sus ventas aumentaron.
“La gente casi no salía por la cuarentena, venían a comprarnos y esto generó ingresos”, aseguró Fidel. Hoy por hoy, las gallinas producen unos 350 huevos al mes y ya Fidel comercializa pollitos por encargo.
Puedes leer más sobre la historia de Fidel en la página del PMA.
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